domingo, 20 de noviembre de 2011

"Stay hungry. Stay foolish"

Con esta frase terminaba Steve Jobs su discurso en la Universidad de Standford. Si te paras a leerla, conseguiras darte cuanta de que, como muchas otras veces hemos pensado antes, son los sentimientos, el corazón, lo que te hace ilusionarte, lo único que hace tirarte para arriba, levantarte, en decisiones que el mundo objetivo, cuadriculado y numérico de la cabeza nunca entendería. Ahora que habéis leído esto probablemente muchos me tacharéis de inmaduro, sentimental y alocado. Quizás otros me diréis de la mano de Descartes que "los sentidos nos engañan". En este caso yo te respondo: ¿Y la razón no? Párate un momento a pensar si no hubieses cambiado al menos una vez en tu vida, al menos una, la idea de hacer algo que está atado a tu rutina, por un deseo, una locura o una tontería, incluso. Algo que a la razón le parecería una idiotez. Es justamente eso lo que va a hacer que tu vida valga la pena, donde te darás cuenta de que somos totalmente libres, que lo podemos todo. Que nadie ni nada nos puede parar. Y no penséis tampoco que la realidad se chocará contigo porque el corazón lleva a tener aspiraciones incalculables, pero eso sí, con los pies muy en el suelo. No dejéis que cualquier matemático o calculador os diga que no podéis hacer algo. Proteged vuestros sueños y recordad que "el corazón tiene razones que la Razón no entiende".

domingo, 6 de noviembre de 2011

Antes de ayer estuve viendo una peli con un amigo. Se llama "La fuerza de uno". Es tan buena como dicen. Narra la historia de un niño que a medida que va haciendose mayor, va superandose gracias a lo que le enseñan sus amigos. El caso es que hay un amigo de la carcel que le enseña a boxear y este le dice en un entrenamiento una frase con mucha controversia.
"Primero cabeza, después corazón"
Y Tú, que piensas?
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.


Antonio Machado