sábado, 24 de septiembre de 2011

Relato corto

Hola a todos. Os pongo un relato corto que escribí hace tres o cuatro años y encontré el otro día en mi ordenador. A ver qué os parece.

Le conocí ayer, después de la clase de clarinete, eran las cinco, en el patio del recreo, junto al gran árbol central, en la esquina de las Clarisas, donde muchas tardes me siento con mis amigos a la salida de clase para ver salir a las chicas del Loreto. A mí eso no me gusta pero no sé que pensarían de mí si no lo hago.
Ya llevaba un buen rato, más de una hora, Juan, Carlos y Paco ya hacía tiempo que se habían marchado. Caía la tarde, de bien comenzada la primavera. Olía el ambiente a flores, a azahar, a frutas, a primavera, me di cuenta de que estaba alegre, cosa que no ocurre con casualidad después de las clases, sabía perfectamente por qué estaba así.
Mis padres no llegaban, pero daba igual, no me importaba, allí esperando, medio despierto, en las nubes, viendo pasar el tiempo, lentamente, observaba madres con niños, unos jugando al fútbol, como hacían siempre, los de las bicicletas, se me hizo un suspiro.
Nunca había tenido que esperar, ya que me volvía a casa con los demás, pero sabía que hoy era un día especial, estaba impaciente, y hoy justamente, se retrasan más de lo debido, no llegan, pasan los minutos como si nada, me voy, no puedo estar sentado pensando en lo que me espera, pero adónde voy, sigo soñando, me embauca el movimiento, el olor, mis sueños.
El jueves cumpliré doce años. Doce largos años de hijo único y mimado, con mis caprichos y con mi soledad. Porque mis padres trabajan, cuando llego a casa me quedan dos horas solo, deambulando en el aburrimiento.
Tengo muchas dudas, me siento inexperto, no sé si estaré preparado, si podré quererle, si me destronará, si me dará la vida, si perderé a mis padres, si discutirán más de lo que hacen ahora, o si mejoraran su conducta. Pienso que mi vida cambiará para mejor, me quedo en las nubes, sin avanzar, pensativo, perdido en mi mundo, en mis pensamientos, deseando que llegue el momento, que pase, que acabe.
…se llama Juan, tiene 4 años, no es de aquí, mi madre cuenta que sus padres no se veían con fuerzas para protegerle, pienso que no se por qué fueron tan egoístas con él, apenas habla español, pero seguro que yo le enseñaré rápido, también a jugar al fútbol, y a bailar la peonza, a construir castillos de arena, a leer y a montar en bici, por supuesto le enseñaré a dar mi golpe ganador de tenis, al que me piden mis amigos que les enseñé; haremos juntos la colección de cromos de la liga, iremos juntos al fútbol, sin lugar a dudas lo haré del Madrid, seremos hermanos inseparables, su hermano mayor, su guía, su ídolo.
No llegan, y caen los minutos, cada vez me lo imagino más, pienso que es rubio, alto para su edad y también fuerte con el que podré jugar a peleas cuando sea un poco mayor, sin que nos vean nuestros padres, educado, bien vestido. El juguete de mis amigos. Seré envidiado por todos ellos.
Mi padre aparca, y baja, también lo hace mi madre, pero lleva algo entre sus brazos, acurrucado, ¿será él? Pienso que sí,… Se acercan. Lo miro, mi madre me lo explica todo, después me lo presenta; “Hijo, este es Juan, tu hermano”,… clavo la mirada en sus extraños ojos, que aún, ni siquiera acabo por comprender, él no hace lo mismo conmigo, tiene la mirada perdida, en el infinito, él no me mira , tiene la mirada ciega. De pronto veo pasar todos eso sueños, ilusiones; pienso en las veces que no podremos ir a ver mí equipo preferido, tampoco podré enseñarle mi golpe preferido en tenis y por supuesto no podría enseñarle a leer.
Es como si todas esas puertas que me llevaban a la esperanza en la familia se hubieran cerrado de golpe, totalmente de improviso.
Se me cae la vida, los amigos, el fútbol, las carreras en bici, los cromos,… ya no huele a azahar, a flores, a sueños, ya no luce el sol, apenas queda gente en el parque, estamos solos, en la soledad del silencio y caigo de rodillas, a oscuras. Rompo a llorar.
A los pocos días me doy cuenta del escándalo que protagonicé, debido a mi inmadurez, sabía que éste era el comienzo de una vida nueva, no como esperaba, pero pienso que puede haber una salida, cumplir las promesas que había hecho anteriormente. Empezaré por el “braille”.